martes, 29 de enero de 2013

Crónicas del ogro I - El perro



Crónicas del ogro 1

“el perro”

Por: Mikhael Gray
Fecha: 29/01/13

Hola, soy M. Gray y este es mi blog, esta es una leve introducción a esta reflexión/ensayo. Tengo veintitantos años y tengo un blog de poesía, tengo pasión y hobby por la escritura, y aun a veces pienso que hubiera sido mejor estudiar una carrera de literatura que una de ingeniería, quizá en otro blog escriba sobre mi amor por la ingeniería.

 El día 28 de enero del 2012 fui a arreglar unos papeles de seguro social y otras cosas que está de más mencionarlas. Ese día fue el cumpleaños de un amigo y fuimos a celebrarlo yendo a comer, nada del otro mundo. Creo que todo el mundo tiene amigos y ha celebrado de esa manera. Cuando regresé a mi casa, en la noche, es donde comienza el meollo de mi escrito. Describiré la escena. Entré, mi hermana estaba sentada en el sillón, la miré y ella me miró, hubo algo que me extrañó, siempre que llegaba a la casa mi perro estaba esperándome sentada en el sillón y en esta ocasión estaba mi hermana, ella me dijo lo siguiente “Rajaron al perro…”, honestamente no entendí a que se refiera con “rajaron” y me limité a preguntar para que después ella me aclarara “lo atropellaron, afuera de la privada que está por el torito”, pregunté más detalles, las preguntas de ley.

¿Su cuerpo? 

¿Quién fue?

¿Por qué? (énfasis en ese “por qué”) 

Subí, dejé mis cosas mientras murmuraba “perro pendejo”, mi mamá estaba sentada en la computadora, no dijo nada. Bajé y me dirigí a su cadáver, lo observé dentro de una caja de cartón de unos sesenta centímetros de largo y 50 de alto, ahí estaba el perro, su cuerpo se veía tan “normal” excepto su cabeza, su cabeza se veía deforme, era evidente que un carro le había pasado encima y que estaba muerto, aunque deseaba que así no fuera. Lo miré por cinco segundos pero en realidad se sintió que fue mucho más tiempo. Di un par de pasos hacia atrás y caminé de regreso a donde estaba mi hermana. Ahora, si mi expectativa de público es la correcta, creo que todos han tenido mascotas desde niños o jóvenes y alguna vez han llorado por alguna de ellas, creo, no es un requisito básico pero si muy común, bueno, yo no, si había tenido previas mascotas pero nunca me encariñe con ellas, siempre era mi hermana o mi hermano (ambos menores que yo) los que me tocaba ver llorando desconsolados por que había fallecido la mascota. Esta ocasión caminé con mi hermana, la abracé y en diez minutos lloré lo que no había llorado en más de tres años. 

¿Qué tiene todo eso de especial? 

Bueno, no soy la clase de persona que llora por la pérdida de algo, ni siquiera cuando falleció mi abuelo o alguna amiga que quería mucho lloré. No tengo esa facilidad como algunos (as).
Déjenme les hablo mas de Chester, él era un perro de unos  cincuenta y algo centímetros de largo y unos veintitantos de alto, como una especie de Golden Retriever pero en chiquito (muy chiquito en comparación con el original). Cuando recién llegó, tenía muy pocos meses (cabía en mi mano) y estaba todo roñoso, la señora que nos lo regaló dijo que no sobreviviría por lo mismo, en la casa le compramos su medicina (que apestaba a azufre) y pum, se curó. Desde chiquito lo acostaba en mi pecho, se le enseño a base de periódico donde tenía que hacer del baño y todo eso que se hace con un perro. Incluso leí algunos artículos de cómo educar bien a un perro, enseñarle quien era el “alfa” de la casa y todo fue bueno. 

¿Qué hacía especial a ese perro? 

Tengo que confesar que mi estilo de vida es un tanto solitario-rutinario. Estudio y “trabajo” (soy practicante) y casi no paso el tiempo que debería en mi casa, normalmente me toca comer solo y cosas así, no creo ser el único, no es por decisión propia, simplemente es el horario. Lo que hacía especial a este perro es que el me esperaba sentado en el sillón a que llegara, se emocionaba y me hacía arguende, cuando me ponía a comer él venía a comer conmigo, cuando salía a correr o caminar, él me seguía. Si yo me dormía hasta las tres de la mañana, él me esperaba en el sillón de la sala hasta que me subiera a dormir y si lo olvidaba, me ladraba para que bajara por él y lo cargara como si fuera un bebito. Se dormía en mi cama, no en los pies como la mayoría de los perros, no, este se metía debajo de las cobijas y se hacía bolita en mi hombro. Era como un perro de peluche y tengo que aceptar que en las noches de invierno era de lo más agradable. Creo que me llegué a encariñar mucho con él por todo eso que hacíamos juntos. 

¿Por qué murió? 

Porque lo atropelló un carro, fin de la pregunta. Pero si me remonto un poco más atrás y sin intención de culpar. Los perros son animales, tienen que sacarse a pasear bajo supervisión, un “alfa” a quien seguir, el uso de un collar es necesario para probar que existe un dominio bajo él y la correa completa es “reprender” con un leve tirón en caso de que “se quiera pasar de listo”, con el tiempo el perro asociará que si se porta mal cuando se saca a pasear recibirá un tirón de correa (de igual manera con el periódico). Muy importante, el perro tiene que ir al paso del dueño, porque es el dueño el que lo saca a pasear, no el perro al dueño. Es “cita” de muchas de las cosas que leí, Chester contaba con su collar y su correa. 

¿Qué falló? 

No lo reprendían, muchos animales aprenden a base de experiencia. Hace algo mal y se le regaña, se le reprende y probablemente lo dejé de hacer (a diferencia de muchas personas). En su caso, el perro se le dejaba que saliera a correr libre sin supervisión, le quitaban el collar y que corriera a rienda suelta (todo esto cuando yo no estaba) y así poco a poco se fue perdiendo el dominio que se generó sobre él. Y así fue alejándose poco a poco más de la casa y desapareciendo primero por diez minutos y regresando, y así fue subiendo, diez, veinte, treinta, una hora, dos horas y un día no volvió porque algún hijo de puta lo atropelló (nótese mi enojo contra él/la que lo atropelló). Pero no es su culpa del todo, la culpa es mía por no haber dedicado más tiempo en su entrenamiento. 

Creo que es una situación muy identificable hoy en día, todos los días vemos madres con sus hijos (sin la intención de decir que sus hijos son perros) que les dejan la rienda suelta, algunos crecen para ser grandes personas y otros…. Otros probablemente les estén rompiendo el cristal del su carro para sacarles la laptop o el estéreo. Somos humanos por nacer y crecer con una de las mejores habilidades (a mi criterio) que pueden existir, el raciocinio, la facultad de pensar. Podemos distinguir entre lo bueno y lo malo y aprender lo mejor de ambos. No vamos por la vida guiándonos por un instinto (como mi perro, que en paz descanse) que nos lleva por donde parece mejor y que posiblemente no sea así. No sé si estoy dando a entender mi punto. 

De mi generación en adelante se están revisando encontrando casos donde las madres que tienen hijos e hijas y ¿saben que les están enseñando? A desear ser famosos por medio de ser actores, modelos, etc. No tengo nada en contra de esas profesiones, de hecho estoy agradecido con los artistas porque gracias a ellos puedo disfrutar de mi amado cine, de mi amada música. Solamente enfatizar que no considero “útil” inculcar esto a los hijos desde pequeños. Claro que es muy bonito ver a tu bebé cantando o bailando, pero es más útil ver que desarrolle un amor y una sed por el conocimiento del mundo. Muchos niños de hoy en día les da flojera leer, aprender algún idioma extranjero o ser autodidacta en algo debido a que desde niños los padres les han metido en la cabeza que son cosas inútiles, cosas como que lo de hoy en día es usar maquillaje, escuchar X estilo de música a alto volumen y si alguien te insulta, tu lo insultas más fuerte y más ruidosamente. No le veo el sentido.  

El otro día me toco ver una niña de siete años con las uñas pintadas, en mi infinita curiosidad le pregunté “¿Cuál es el propósito de que te pintes las uñas?”, la niña me miró y se quedó callada, después pensó un poco y me dijo “mi mamá dice que se miran bonitas” (nótese ese énfasis), después le pregunté “¿te gusta leer?” y me dijo “no, mi mamá dice que eso es para nerds”, me quedé callado y sonreí vi a la mamá y me fui. Si estoy marcando mi punto, ¿no?. 

En fin, quizá en otro post le tire a los padres y a nosotros. Solamente marcar el propósito de lo que me causo el pensar en la muerte de mi perro. No somos animales, somos humanos, tenemos conciencia y razonamiento. Pienso que si somos capaces de inculcar en nuestros hijos, hermanos y otras mentes jóvenes que podamos influenciar,  pasión por la lectura, el estudio y dejar a un lado enseñarle a nuestro niño de tres años que es mejor tener la novia que el amor por su libro de caperucita roja o los tres cochinitos, el ábaco o construir torres de legos, creo que es un buen comienzo. Después seguir por evitar las mentiras, quizá enseñarle a Dios mas no la religión, que desarrolle la fe y algo en que creer sin necesidad de llevarlo al fanatismo en el que esperan que Dios les proporcione todo y sobre todo, autoridad y disciplina. Así caminarán a nuestro lado y cuando sea hora, se irán y sabremos que estarán bien y no serán atropellados (metafóricamente hablando). 

En fin, yo me despido, mi nombre es M. Gray y si algo de lo que leyeron aquí les gustó, compártanlo. Nos leemos luego. Mi frase para este post es la siguiente. 

"Uno se expone a llorar un poco, si se ha dejado domesticar..."

El principito – Antoine de Saint-Exupéry

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